CONSERVANDO LA ESENCIA DE MOMPOX
Cuando pensamos en Mompox, pensamos en su arquitectura colonial, en el Río Magdalena, en sus ciénagas, en sus artesanos y en su gente común sentada en sus mecedoras a las 5:00 pm. despidiendo el sol y saludando la vida que pasa por sus calles estrechas.
Villa de Santa Cruz de Mompox está ubicada en la Isla Margarita, la más grande del país, y rodeada por las aguas del Magdalena, que la separan del municipio de El Banco, otra población cercana, volviéndose a unir en Boca de Tacaloa en el departamento de Bolívar. Su acceso es difícil, hasta al tiempo le cuesta llegar allí, y cuando llega, se queda pasmado ante su belleza. Gabriel García Marquéz en su obraEl General en su laberinto se refiere a esta histórica ciudad al decir que: “Mompox no existe. A veces soñamos con ella, pero no existe, le dijo Simón Bolívar a su edecán José Palacios al llegar allí en su último recorrido hacia Santa Marta…”
Convertir a Mompox en un patrimonio vivo fue todo un reconocimiento de su pasado, de sus ancestros desde la época precolombina con los sinúes, pasando por la colonial y llegando a la contemporánea. “De ese pasado es importante reconocer cómo la cultura Sinú entendía los ciclos del agua con sus inundaciones y, posteriormente, las sequías; y cómo era entendido el mundo en la época colonial en Occidente, separando al hombre de la naturaleza a través de construcciones.” Este fue parte del análisis de la investigación que realizó OPUS, Oficina de Proyectos Urbanos.
La Albarrada en Mompox fue el eje principal de su revitalización. Este corredor ha mantenido, a lo largo de la historia, dos funciones básicas: la primera es separar a la villa del Río Magdalena y la segunda es unir sus tres plazas principales: La Concepción, San Francisco y Santa Bárbara.
Antes, estas zonas de espacio público estaban completamente deterioradas y sin ningún control por parte de las autoridades. Los vehículos podían transitar por todas partes, la iluminación era escasa y los procesos de inundación habían afectado bastante los suelos. Hay que aclarar que las calles y Plazas de Mompox han sido de tierra, generando bastante incomodidad, en época de invierno, con charcos y pantano, y en verano, con el polvo. Este fue el contexto con el que se encontró la firma de arquitectos OPUS, encargados de este desarrollo paisajístico, urbano y arquitectónico, en un lugar considerado por la Unesco como patrimonio de la humanidad desde 1996.
El proyecto se planeó en varias fases, en este momento va en la etapa II, la primera fue La Plaza de La Concepción y la segunda fueron Las Albarradas, La Plaza Santa Bárbara y La Plaza de San Francisco. Las otras corresponden a la parte Norte y Sur de la ciudad, aún no realizadas. En total fueron intervenidos unos 180.000 m2 aproximadamente y, para su transformación, se recurrió al adoquín de Prefabricados Adoquin-Ar, que sería el encargado de suplir el papel de la tierra, sin generar la incomodidad del pantano y el polvo.
Para responder a la pregunta del por qué se escoge este material, OPUS nos aclara:“por su calidad funcional y por su capacidad de no alterar el imaginario de sus habitantes, un imaginario de pisos en tierra que por generaciones ha estado presente.” Por esto, Prefabricados Adoquin-Ar desarrolló dos tipos de adoquines, uno de color sepia que, como dice Enrique Cabrales, un reconocido habitante de Mompox, “hace alusión a la arena de aluvión” y otro más claro, el Blanco Arena. Después de un proceso de experimentación se dio con la tonalidad exacta, el adoquín parece como si hubiera existido desde la época colonial.
Otro de los aspectos importantes de este adoquín fue que permitió una correcta integración con la arquitectura, resaltando las edificaciones y formando un paisaje coherente y estético, sin perder los valores y el espíritu del lugar. Hay que anotar que el equipo de arquitectos implementó un trabajo social con la comunidad a través de talleres, porque existía el miedo de que Mompox dejara de ser el de siempre. A partir de estos acercamientos se logró que la gente se apropiara del proyecto, generando ideas de gran valor para todos. Para Enrique Cabrales, el tema de los adoquines “fue una adquisición maravillosa” para todos.
El clima fue otro factor clave para la elección de un pavimento articulado, por sus propiedades que permiten la respiración de la humedad y el calor, disminuyendo la temperatura. Un pavimento continuo generaría más calor teniendo implicaciones en las casas y edificaciones, pues la humedad, al no poder salir por el pavimento, se sube a través de las paredes por capilaridad.
La Calle La Albarrada, que es la columna vertebral de la ciudad, volvió a ser un balcón de 2.7 km con vista al Río Magdalena. A través de la compra de predios, el río se integró con el paisaje de la ciudad y se crearon nuevas zonas verdes para el disfrute de sus peatones. Caminando por este corredor, hoy en día perfectamente adoquinado, nos vamos encontrando con las 3 plazas principales de Mompox. La Plaza de La Concepción, que antes era el parqueadero de taxis y carros, hoy es un espacio para la gente, un punto de encuentro donde, gracias a la nueva configuración del paisaje con adoquines y un adecuado mobiliario urbano, se estimuló el comercio y los restaurantes. Allí, las noches dejan la oscuridad y se iluminan con las voces de sus habitantes. Otra de las plazas que nos encontramos por la Albarrada es la Plaza de San Francisco, un espacio más que volvió a unir a las familias en sus tiempos de ocio, donde los niños juegan al fútbol sin el peligro de los carros y motos, dado que, a través de bolardos, se delimitaron los espacios. Su iglesia también es un punto de encuentro, allí, el atrio se funde con el resto del espacio. La Plaza Santa Bárbara, por su lado, es un lugar que también congrega muchísimas personas, “es un espacio más icónico” como diría Carlos David Montoya, uno de los arquitectos.
Las 3 plazas tienen diferentes vocaciones: una, por su cercanía al mercado; otra, por la iglesia y la tercera, por el espacio para los niños. No obstante, todas hacen parte del espíritu y del encanto de esta ciudad; el hecho de recuperarlas ha sido fundamental para el bienestar de su gente. Permitir la movilidad de personas con alguna discapacidad a través de rampas y andenes planos es algo que hoy se valora como un tesoro.
Para terminar, podemos decir que el valor patrimonial de Villa de Santa Cruz de Mompox es todavía mayor después de esta transformación. El trabajo en equipo, tanto de OPUS como de Prefabricados Adoquin-Ar, hace posible que este legado continúe como un patrimonio vivo.
Para conocer más detalles de lo que fue este desarrollo, ingresa a opus.com y descubre más de esta revitalización.