que cambian la ciudad

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Edificios con una nueva cara que cambian la ciudad

Haciendo un recorrido por la ciudad de Medellín nos encontramos en la Avenida Las Palmas con las torres Font, en la Transversal inferior el edificio Select, continuando hacia al Sur, en la Loma de Los Benedictinos con las torres Montiel y en Envigado con las dos torres Vitta. En estas obras se destaca el volumen de los Bloques Arquitectónicos de Adoquin-Ar, sumado al trabajo de arquitectos, diseñadores, constructores.

FONT

Situado en el exclusivo sector de Castropol en El Poblado, se resaltan los Bloques Arquitectónicos Catalán con su color ocre en medio de construcciones tradicionales. Su diseño también contrasta con el verde de bosques y montañas en su ladera oriental. Colores, formatos y texturas que cobran vida gracias a las ideas de los diseñadores y a las bondades de un material que lo permite.

SELECT

Al inicio de la Transversal Inferior, en El Poblado, se destaca el edificio Select construido con Bloque Arquitectónico Tolete color negro, único en la ciudad.

Su nombre en blanco sobre la fachada negra, se lleva las miradas de los que transitan a diario por allí. El formato de sus bloques generan líneas horizontales destacando la pega en este sentido. Además, se logró oscurecer uno de sus dos volúmenes de fachada, lo que reafirma su categoría y personalidad para una obra con mezcla de vivienda, oficinas y locales comerciales.

MONTIEL

En la loma de Los Benedictinos, se empinan cuatro torres construidas con Bloques Arquitectónicos Bocadillo color Blanco Arena. El diseño de sus fachadas resaltan en medio de las demás edificaciones tradicionales de la zona. Su combinación con Bocadillo color Chocolate lo hace más original.

VITTA

Torres de vivienda para 160 familias y 21 pisos cada una. Están situadas en Envigado y construidas en su totalidad con Bloques Arquitectónicos Catalán color Blanco Arena y Catalán Chocolate. La economía, estética y mínimo mantenimiento postventa fueron exigencias cumplidas a cabalidad. Los arquitectos del proyecto plantearon el diseño con un Bloque estructural con medidas especiales para su fachada y la creación de “Aletas” en toda la parte alta del edificio llevando el color característico de la obra. Este detalle tuvo la característica de ser modular con el Catalán y debía ofrecer la posibilidad de colocar refuerzo y vaciar dovelas fuertes en sus vacíos. Gracias a esta exigencia, nacería El Bloque que lleva el propio nombre de la obra: Vitta.

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Se construye ahora las ciudades

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BAJO EL CONCEPTO DE INGENIERÍA DEL ESPACIO PÚBLICO, SE CONSTRUYEN AHORA LAS CIUDADES

Cuando se habla de Ingeniería del Espacio Público es inevitable mencionar los pavimentos y pisos de adoquines de concreto y a uno de sus mayores impulsores en Colombia, Latinoamérica y a nivel global, el ingeniero Germán G. Madrid.

Nacido en Medellín, es ingeniero Civil de la Universidad de Medellín, Máster en Ciencias de la Universidad Carnegie-Mellon de Pittsburgh, Estados Unidos, y tiene estudios de Tecnología y Construcción en Concreto con el City and Guilds of London Institute. Su formación y experiencia lo han llevado a hacer parte del equipo técnico de muchas obras de pavimentos y espacio público, entre las que sobresalen: renovación de La Albarrada, Plazas y calles de Mompox; cinco plazas de Barranquilla, en su Centro Histórico, y el Centro Histórico de Buga; en Medellín, el parqueadero de la Universidad EAFIT (con capacidad para 500 vehículos), el Bulevar de Castilla, la Plaza de la Libertad; el Camino de la Vida, en el Jardín Circunvalar, y Ciudad del Río, entre otras. Ha participado en el diseño y construcción de más de 400.000 m2 de espacio público, y, recientemente, en el diseño del proyecto Galería Bolívar, para el centro de Medellín.

Prefabricados Adoquin-Ar ha trabajado de la mano del ingeniero Madrid en muchas de estas obras, y ha sido, a partir del desarrollo de adoquines y de otros prefabricados que cumplen con todas las exigencias técnicas y de diseño, pieza fundamental en esa nueva configuración de los espacios exteriores. En palabras del ingeniero, el espacio público de las ciudades es uno de sus termómetros para calificarlas, por cuanto existen o se pueden construir “ciudades sanas o ciudades enfermas”.

Anteriormente, las ciudades latinoamericanas no contaban con espacios públicos de calidad , además, no se les hacía el suficiente mantenimiento a los que había. La incapacidad del Estado para atender estas necesidades, promovió la intervención física de las ciudades por parte de los particulares, sin parámetros de seguridad, durabilidad y sostenibilidad adecuados, hecho que todavía ocurre. En este sentido, la Ingeniería del Espacio Público, disciplina concebida por el ingeniero, busca superar estas fallas, creando ciudades más vivenciales, con puntos de encuentro para sus ciudadanos, que sean sostenibles en el tiempo.

Parte de la sostenibilidad se pone de manifiesto en principios como el de segmentación, que no es más que la posibilidad de usar unidades prefabricadas con las que se puede armar, desarmar y volver a armar el piso o pavimento, sin tener que quebrar y botar como escombros el material viejo, como ocurre con los concretos y asfaltos existentes (de incipiente reciclaje en el medio), y sin tener que traer materiales nuevos. Los adoquines brindan esta posibilidad, a diferencia de otros materiales, haciendo más fácil el mantenimiento de las obras particulares y públicas, y a costos más bajos. Además, la pavimentación segmentada facilita la accesibilidad de todas las personas, incluyendo las que tienen alguna discapacidad física (motriz, visual, etc.), generando ciudades más incluyentes.

Con base en lo anterior, el adoquín adquiere importancia en el modelo de ciudades más humanas y, como cita Germán Madrid: “es un integrador entre el ciudadano y la ciudad”; además, se puede convertir en una marca de ciudad (como es el caso de Medellín) y en una pieza de desarrollo social, al transformar los espacios públicos de muchas comunidades y mejorar sus condiciones de vida, para un mayor bienestar común. Su fácil instalación, incluso, permite utilizar la mano de obra de la misma comunidad, porque esta puede realizarse con unos conocimientos técnicos básicos.

Dada la necesidad de la construcción de espacios públicos ordenados y bien planificados, Germán Madrid, en compañía de la arquitecta Giovanna Spera, desarrollaron el Manual de Diseño y Construcción de los Componentes del Espacio Público (MEP), que, desde 2002, le ha marcado un rumbo al diseño y la construcción del espacio público en Medellín, integrando los componentes urbanísticos y técnicos, cuidando de los parámetros de la atención a las discapacidades físicas de los ciudadanos, además de la sostenibilidad, seguridad, economía, el respeto por la vegetación y una adecuada interacción con el tráfico, entre otros. Este manual se viene aplicando en Colombia, Centroamérica y Brasil.

El ingeniero Germán Madrid es director de CEGMENT, un ejercicio profesional bajo dos facetas: CEGMENT Consultoría y CEGMENT Formación; la primera para el trabajo con productores, diseñadores, constructores y funcionarios en asuntos de diseño, construcción e interventoría; la segunda, para la formación académica, no formal, de profesionales del sector de la construcción, en temas relacionados con la construcción de ciudad y sus obras.

En caso de requerir asesorías o capacitaciones, lo pueden contactar a través de germanmadrid@cegment.co y www.cegment.co.

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Conservando su esencia

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CONSERVANDO LA ESENCIA DE MOMPOX

Cuando pensamos en Mompox, pensamos en su arquitectura colonial, en el Río Magdalena, en sus ciénagas, en sus artesanos y en su gente común sentada en sus mecedoras a las 5:00 pm. despidiendo el sol y saludando la vida que pasa por sus calles estrechas.

Villa de Santa Cruz de Mompox está ubicada en la Isla Margarita, la más grande del país, y rodeada por las aguas del Magdalena, que la separan del municipio de El Banco, otra población cercana, volviéndose a unir en Boca de Tacaloa en el departamento de Bolívar. Su acceso es difícil, hasta al tiempo le cuesta llegar allí, y cuando llega, se queda pasmado ante su belleza. Gabriel García Marquéz en su obraEl General en su laberinto se refiere a esta histórica ciudad al decir que: “Mompox no existe. A veces soñamos con ella, pero no existe, le dijo Simón Bolívar a su edecán José Palacios al llegar allí en su último recorrido hacia Santa Marta…”

Convertir a Mompox en un patrimonio vivo fue todo un reconocimiento de su pasado, de sus ancestros desde la época precolombina con los sinúes, pasando por la colonial y llegando a la contemporánea. “De ese pasado es importante reconocer cómo la cultura Sinú entendía los ciclos del agua con sus inundaciones y, posteriormente, las sequías; y cómo era entendido el mundo en la época colonial en Occidente, separando al hombre de la naturaleza a través de construcciones.” Este fue parte del análisis de la investigación que realizó OPUS, Oficina de Proyectos Urbanos.

La Albarrada en Mompox fue el eje principal de su revitalización. Este corredor ha mantenido, a lo largo de la historia, dos funciones básicas: la primera es separar a la villa del Río Magdalena y la segunda es unir sus tres plazas principales: La Concepción, San Francisco y Santa Bárbara.

Antes, estas zonas de espacio público estaban completamente deterioradas y sin ningún control por parte de las autoridades. Los vehículos podían transitar por todas partes, la iluminación era escasa y los procesos de inundación habían afectado bastante los suelos. Hay que aclarar que las calles y Plazas de Mompox han sido de tierra, generando bastante incomodidad, en época de invierno, con charcos y pantano, y en verano, con el polvo. Este fue el contexto con el que se encontró la firma de arquitectos OPUS, encargados de este desarrollo paisajístico, urbano y arquitectónico, en un lugar considerado por la Unesco como patrimonio de la humanidad desde 1996.

El proyecto se planeó en varias fases, en este momento va en la etapa II, la primera fue La Plaza de La Concepción y la segunda fueron Las Albarradas, La Plaza Santa Bárbara y La Plaza de San Francisco. Las otras corresponden a la parte Norte y Sur de la ciudad, aún no realizadas. En total fueron intervenidos unos 180.000 m2 aproximadamente y, para su transformación, se recurrió al adoquín de Prefabricados Adoquin-Ar, que sería el encargado de suplir el papel de la tierra, sin generar la incomodidad del pantano y el polvo.

Para responder a la pregunta del por qué se escoge este material, OPUS nos aclara:“por su calidad funcional y por su capacidad de no alterar el imaginario de sus habitantes, un imaginario de pisos en tierra que por generaciones ha estado presente.” Por esto, Prefabricados Adoquin-Ar desarrolló dos tipos de adoquines, uno de color sepia que, como dice Enrique Cabrales, un reconocido habitante de Mompox, “hace alusión a la arena de aluvión” y otro más claro, el Blanco Arena. Después de un proceso de experimentación se dio con la tonalidad exacta, el adoquín parece como si hubiera existido desde la época colonial.

Otro de los aspectos importantes de este adoquín fue que permitió una correcta integración con la arquitectura, resaltando las edificaciones y formando un paisaje coherente y estético, sin perder los valores y el espíritu del lugar. Hay que anotar que el equipo de arquitectos implementó un trabajo social con la comunidad a través de talleres, porque existía el miedo de que Mompox dejara de ser el de siempre. A partir de estos acercamientos se logró que la gente se apropiara del proyecto, generando ideas de gran valor para todos. Para Enrique Cabrales, el tema de los adoquines “fue una adquisición maravillosa” para todos.

El clima fue otro factor clave para la elección de un pavimento articulado, por sus propiedades que permiten la respiración de la humedad y el calor, disminuyendo la temperatura. Un pavimento continuo generaría más calor teniendo implicaciones en las casas y edificaciones, pues la humedad, al no poder salir por el pavimento, se sube a través de las paredes por capilaridad.

La Calle La Albarrada, que es la columna vertebral de la ciudad, volvió a ser un balcón de 2.7 km con vista al Río Magdalena. A través de la compra de predios, el río se integró con el paisaje de la ciudad y se crearon nuevas zonas verdes para el disfrute de sus peatones. Caminando por este corredor, hoy en día perfectamente adoquinado, nos vamos encontrando con las 3 plazas principales de Mompox. La Plaza de La Concepción, que antes era el parqueadero de taxis y carros, hoy es un espacio para la gente, un punto de encuentro donde, gracias a la nueva configuración del paisaje con adoquines y un adecuado mobiliario urbano, se estimuló el comercio y los restaurantes. Allí, las noches dejan la oscuridad y se iluminan con las voces de sus habitantes. Otra de las plazas que nos encontramos por la Albarrada es la Plaza de San Francisco, un espacio más que volvió a unir a las familias en sus tiempos de ocio, donde los niños juegan al fútbol sin el peligro de los carros y motos, dado que, a través de bolardos, se delimitaron los espacios. Su iglesia también es un punto de encuentro, allí, el atrio se funde con el resto del espacio. La Plaza Santa Bárbara, por su lado, es un lugar que también congrega muchísimas personas, “es un espacio más icónico” como diría Carlos David Montoya, uno de los arquitectos.

Las 3 plazas tienen diferentes vocaciones: una, por su cercanía al mercado; otra, por la iglesia y la tercera, por el espacio para los niños. No obstante, todas hacen parte del espíritu y del encanto de esta ciudad; el hecho de recuperarlas ha sido fundamental para el bienestar de su gente. Permitir la movilidad de personas con alguna discapacidad a través de rampas y andenes planos es algo que hoy se valora como un tesoro.

Para terminar, podemos decir que el valor patrimonial de Villa de Santa Cruz de Mompox es todavía mayor después de esta transformación. El trabajo en equipo, tanto de OPUS como de Prefabricados Adoquin-Ar, hace posible que este legado continúe como un patrimonio vivo.

Para conocer más detalles de lo que fue este desarrollo, ingresa a opus.com y descubre más de esta revitalización.

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Un espacio para volver a caminar

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LA CARRERA 70, UN ESPACIO PARA VOLVER A CAMINAR

La Carrera 70, ubicada en la comuna 11 de Medellín, ha pasado por diferentes etapas en su devenir histórico.

En los años 60 y 70 fue un sector donde vivieron familias muy reconocidas de la ciudad. Sus casas, con amplios antejardines, llenos de colorido por las plantas con flores de distintos tipos, les daban la bienvenida a sus visitantes, quienes podían caminar con absoluta tranquilidad por los andenes. En esa época, los pocos establecimientos comerciales que había en la zona eran restaurantes, lugares para comer helado y unos cuantos bares. El ruido de las discotecas no existía.

En las décadas que siguieron, el sector se fue transformando en un lugar para la noche, con sitios de rumba y menos tranquilo. Con el paso del tiempo, el espacio público de este corredor se fue llenando de comercios, limitando su área para los peatones. Las fachadas, parasoles y cerramientos de los locales afectaron el paisajismo de la zona, generando una contaminación visual molesta para el peatón. Igualmente, la congestión vehicular aumentó el ruido y la contaminación por co2. El espacio tranquilo y acogedor se convirtió en un caos.

Este fue el panorama hasta 2010, año en el que la ciudad fue sede de los Juegos Suramericanos: Medellín quiso dejar huella en sus habitantes y en más de 12 mil turistas, entre nacionales y extranjeros. Para lograr este objetivo, la Empresa de Desarrollo Urbano (EDU), conformó dos equipos de trabajo para renovar y reconstruir dos espacios estratégicos para el evento: La Unidad Deportiva Atanasio Girardot y la Carrera 70. Este último fue liderado por el arquitecto Mauricio Mendoza, quien ya venía trabajando temas de espacio público y urbanismo en la Ciudad, como el paseo de la Calle 107 en el Barrio Andalucía y el pasaje peatonal de Carabobo, entre otros.

Para el arquitecto Mendoza y su equipo, la tarea consistió en reorganizar y ampliar la franja de la sección pública, mejorar la estética de los antejardines, andenes y zonas verdes, y convertir la zona vehicular en tres carriles. Este equipo tuvo presente algunos conceptos del Manual de Espacio Público (MEP).

Con el objetivo de cumplir este reto, se recurrió al adoquín como un material fundamental para devolverle la calidad espacial y el paisajismo a este importante corredor, y el proveedor fue la empresa Prefabricados Adoquín-Ar. El arquitecto eligió este adoquín por su textura, sus acabados y sus formas. Además, como él mismo dice: “el pavimento segmentado es fácil de quitar y poner, por lo que su mantenimiento es de bajo costo”.

El diseño de este nuevo corredor debía verse como una extensión de la Unidad Deportiva, dado que se buscaba una conexión de deportistas, visitantes, estudiantes y habitantes del sector con los Juegos Suramericanos y con la sede de los mismos. Para este propósito, se creó una especie de patrón, conformado por adoquines 20×20 cm y losetas de 40×40 cm. Estas últimas fueron grabadas en bajo relieve, letra por letra, formando los nombres de los países participantes. Este requerimiento fue un reto para Prefabricados Adoquín-Ar, y se convirtieron en pioneros en este desarrollo. Alrededor del nombre de cada país se ubicaron adoquines de tonalidades más oscuras, que también fueron desarrollados por Adoquín-Ar, gracias a su impulso innovador. Esta nueva paleta de tonos logró acentuar y darle mayor impacto visual al topónimo. La composición del patrón de modulación, permitió generar tramos con diferentes efectos, combinando cada color con franjas de nombres de cada País participante en el evento Suramericano.

La empresa Adoquín-Ar facilitó, en su planta de Amagá, realizar muestras previas de patrones de instalación y de coloración, buscando optimizar tanto su producción como un posterior mantenimiento por parte del Municipio.

Las franjas de adoquines que no llevaban la intervención de los juegos, tuvieron un aspecto clave en su fabricación: el color.

Después de una revisión minuciosa del entorno por parte del arquitecto Mauricio Mendoza y de su equipo de la EDU, constataron la cantidad de polvo y suciedad que caía sobre los andenes, hecho que los llevó a pensar en adoquines Blanco Arena.

Para lograr la tonalidad ideal, se le agregó limalla (conjunto de limaduras), un material completamente innovador. Encontrar la limalla adecuada entre la gran variedad de formas y calibres que se consiguen en el mercado, fue un trabajo exhaustivo para Prefabricados Adoquín-Ar, pero al final se logró el efecto esperado; así mismo, para su selección, se realizó un estudio de seguridad para el peatón.

El trabajo con los comerciantes de la zona fue una acción importante para esta transformación. Con ellos, se elaboró un reglamento para el uso de antejardines, la utilización de las cubiertas extensibles, la unificación de los avisos publicitarios y la no utilización de cerramientos. Y a este hay que sumarle la recuperación de zonas verdes, la siembra de nuevos árboles y la dotación de un nuevo mobiliario urbano, como: paraderos, basureras, bolardos, sillas y bancas para descansar.

Al final de este proceso, la obra de la Carrera 70 se integró perfectamente con la renovación de la Unidad Deportiva Atanasio Girardot, convirtiéndose en un paseo urbano agradable para caminar, con un paisajismo para admirar y unas vías amplias y bien demarcadas para los vehículos.

Por último, este trabajo recibió una mención en Diseño Urbano durante la Bienal de Arquitectura, 2010.

Proyecto inscrito en el Plan de Desarrollo, durante la Alcaldía 2008/2011

Convenio Movilidad (Paseos Urbanos y ciclo rutas)

Arq. Diseñador / Coordinador Convenio: Arq. Mauricio Mendoza M.

Equipo de Colaboradores: Arq. Pablo Báez y Joanna Vélez (Taller de Diseño de la EDU)

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Juan Bautista Montoya

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Parque Biblioteca Titiribí

El Parque Biblioteca Juan Bautista Montoya y Flórez del municipio de Titiribí, lleva el nombre de uno de los pioneros de la medicina en Colombia, nacido en este municipio el 21 de abril de 1867, quien se dedicó al estudio de la bacteriología cuando trabajó en el Instituto Pasteur en París.

Este parque biblioteca también es sinónimo de desarrollo con inclusión social, pues el lugar ha tenido, desde sus inicios, un uso predominantemente educativo y cultural, y ha sido disfrutado por personas de todas las edades. A esto se debe el estrecho vínculo emocional de los habitantes de Titiribí con el Parque.
Titiribí es un municipio ubicado en el suroeste antioqueño, en una tierra montañosa, con inmensas laderas cultivadas de café, caña y plátano, y con una riqueza natural importante. La cabecera municipal está encallada en medio de la montaña, en su plaza principal sobresale el Parque Biblioteca. Su diseño estuvo a cargo de los arquitectos Nicolás Hermelin y Andrés Castles, quienes lograron integrar la nueva edificiación al paisaje.

Las características geográficas e históricas de Titiribí hicieron que el desarrollo del proceso constructivo fuera exigente en todas sus etapas, desde el diseño hasta la construcción. Cada detalle fue estudiado con detenimiento, de ahí que uno los principales materiales utilizados fueran los bloques arquitectónicos decorativos Blanco-Arena que se usaron en la fachada, piezas únicas en el mercado por su tamaño, sus acabados y sus cualidades de fábrica, confirmadas por el arquitecto Andrés Castles: “bloques con bordes definidos, sin tolerancias, ni irregularidades”. Además, su color, como dice el arquitecto Nicolás Hermelin, presenta calidez en su composición mineral, logrando las tonalidades de la tierra y las arenas de la zona.

Estos materiales fueron producidos por Adoquin-Ar, empresa ubicada en el suroeste de Antioquia, lo que facilitó el proceso constructivo y, de alguna manera, como afirma uno de sus arquitectos, hizo que fuera como “construir con las piedras del lugar”.

Así mismo, la atemporalidad de este material permite que su diseño perdure en el tiempo y que la obra se vea como parte del municipio y de la cultura marrón que predominó en la cerámica de la Antioquia prehispánica. Además, otra de las ventajas del uso del Blanco-Arena de Adoquin-Ar en esta obra, fue que no requirió de acabados especiales como recubrimientos o pinturas, con lo que se logró una economía en los procesos, al tiempo que se protegió el medio ambiente. Y si lo miramos desde la bioclimática, el material tiene unas fortalezas para el control de la temperatura en espacios con aglomeraciones de personas, otro de los puntos clave que anotan sus arquitectos.

Finalmente, la obra del Parque Biblioteca de Titiribí es hoy una realidad que disfrutan sus habitantes; el conocimiento y la cultura se concentran en un edificio armónico con su entorno que abre una nueva ventana al paisaje.

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